Las pensiones que el estado otorga, a lo largo
de la historia ha tenido diferentes objetivos.
La primera pensión estatal, que conoce la
historia, comenzó a pagar durante el reinado de Julio César, y se llamó
"Seguridad estatal de los militares", pero después de varios siglos,
se convirtió en una de las razones del colapso del Imperio Romano por la falta
de fondos para su pago.
Más adelante, las pensiones empezaron a
otorgarse con fines diferentes, esto es, como apoyo financiero para los
monarcas cercanos de otros países; hoy, llamaríamos a tales pagos un soborno o
una traición a la Patria. Esta práctica dio inicio con los franceses, durante
el reinado de Luis XI, hasta mediados del siglo XV. Los historiadores
descubrieron documentos que contenían informes sobre pagos permanentes de
dinero y regalos no relacionados con el protocolo por ejemplo a William
Hastings, quien se desempeñó como el primer chambelán del rey inglés. Muchos
dignatarios ingleses también recibieron recompensas en efectivo por ciertos
servicios.
Otro ejemplo es Rusia, la Canciller Elizaveta
Petrovna señaló que tal "pensión" la recibía regularmente Alexey Bestuzhev
del gobierno británico, pero Rusia no se hizo a un lado, realizó pagos
similares a personas políticas extranjeras como Talleyrand, estos pagos fueron
autorizados por el rey Alexander I
La siguiente etapa de provisión de pensiones,
se da por el temor a las conspiraciones y al descontento, y nuevamente Francia
está por delante de los Estados europeos. Bajo el gobierno de Luis XIV, los
pagos de pensiones adquirieron una escala sin precedentes, uno de sus apodos
fue "Rey sostén de familia". Creía que la "pensión", era el
mejor remedio para las conspiraciones y los disturbios, pues le permitía mantener
la nobleza bajo observada, para este propósito reconstruyó el Castillo de
Versalles. El deseo del noble de vivir en su casa se consideraba una traición
al Estado, pero si el noble no contaba
con el dentro suficiente para vivir en el palacio, Luis asignaba una “pensión”
a estas personas.
La primera pensión estatal, dirigido
al cuidado de todos los segmentos de la población, en la vejez, fue la “ Pensión
solidaria del Estado”, que introdujo Otto Von Bismarck, Canciller de Prusia, en
1889. Un rasgo característico del enfoque alemán era que el seguro social
era obligatorio y se basaba en las contribuciones. Los empleadores y los
empleados debían financiar una "pensión estatal conjunta". Siendo
esta la característica más valiosa del sistema de pensiones con la que los jubilados
alemanes cuentan hasta la actualidad, con solo algunas adiciones y cambios. Este modelo de
provisión de pensiones ha sido convertido por muchos países como un punto de
referencia, al desarrollar sus sistemas de pensiones.
Tras la Primera Guerra Mundial,
los sistemas de seguridad social para los trabajadores y los adultos mayores se
desarrollaron rápidamente en varias regiones, y la protección social se incluyó
en los programas de los organismos mundiales recientemente creadas, como la
Organización internacional del Trabajo (OIT).
En 1944, la histórica Declaración
de Filadelfia de la OIT realizó, entre otras cosas, un llamamiento en favor de
la aplicación de las medidas de seguridad social y al estudio de los problemas
comunes relativos a la administración de los sistemas de pensiones. Al año
siguiente, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, cuyo artículo 22 reconoce que “Toda persona,
como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social”.
El origen del Sistema de Seguridad Social en el
Ecuador se remonta a principios del siglo XX cuando se dictaron las leyes de
1905, 1915 y 1918 para amparar a los empleados públicos, educadores,
telegrafistas y dependientes del poder judicial. Posteriormente se creó la Caja
de Pensiones, con la que se buscaba proteger a los empleados públicos, civiles,
militares y bancarios con beneficios de jubilación, montepío civil y fondo
mortuorio.
Es así como el mundo a través de la historia ha
ido desarrollando un sistema de posiciones que garantice la sustancia digna de
sus adultos mayores, después de toda una vida de trabajo y sustento de la economía
de los Estados.
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